De Inda Sáenz, sobre Los nudos mercadológicos de Sarah Lucas
Junio 9, 2012. Revista Proceso, N.1858.
Palabra De Lector
Señor director:
Con respecto al artículo de Blanca González
publicado en Proceso 1855 bajo el título Los nudos mercadológicos de Sarah
Lucas, me parecen preocupantes varias cuestiones. En primer lugar, la
ambigüedad de la autora, ya que por un lado califica la obra de la artista
británica como “repetitiva, modesta y convencional”, y por otro lado alaba a la
galería que la expone: “…la mercancía de la galería Kurimanzuto adquiere una
notoria seducción mercadológica” (en el marco del museo).
¿Esta exposición es un evento único? ¿Anuncia otras
exposiciones parecidas en este recinto? Por lo pronto, yo no me resigno a
solamente atestiguar la vandalización de este museo. Recordé que en una visita
anterior al Anahuacalli, mientras la guía advertía al grupo sobre la prohibición
de tomar fotos con flash, otro grupo de 10 o más personas entre modelos y
camarógrafos disparaban sus cámaras a corta distancia con potentes y continuos
flashazos a una modelo que posaba frente a uno de los grandes bocetos de
Rivera, en ese momento descolgado de la pared y sobre bastidores en proceso de
restauración. Ante mi protesta, acudió a la sala un funcionario del museo que
afortunadamente detuvo la filmación, misma que, por lo que observé, tenía fines
más comerciales que culturales.
En esta ocasión, las obras diseminadas por todo el
museo (hechas con medias de nailon rellenas y retorcidas dentro de excusados
sobre adobes) de una artista más que mediocre resultan ser groseros grafitis en
tres dimensiones que alteran el sentido y la belleza del espacio. En la sala
principal, sus grandes “dibujos” con cigarros estorban la visibilidad de los
dibujos de Rivera, así como de la extraordinaria sala. Otra pieza consiste en
un busto de Benito Juárez revestido con cigarros.
Si en algunos momentos la iconoclastia puede ser
bienvenida, en este caso resulta un guiño que se acomoda bien en el ambiente de
post-reformas al artículo 24 constitucional, cuyo propósito es erosionar el
estado laico. Podrán aplaudirle sus promotores. Me pregunto si habrá artistas
mexicanos acompañados por algún curador estrella con proyección internacional,
o tal vez la misma Sarah Lucas que, por ejemplo, pudieran adherir salchichas o
camotes poblanos sobre alguna estatua de Winston Churchill en Londres, digo, si
de provocación se trata.
Ideado y construido como un todo por Diego
Rivera con gran parte de las ganancias de toda su
vida, lleno de sentidos simbólicos y albergue de su
espléndida colección de piezas arqueológicas, el Anahuacalli de ninguna manera
se ve beneficiado con esta exposición. Evidentemente, con esta estrategia
mercadológica la única que gana es la galería Kurimanzuto expandiendo sus
terrenos al hermoso museo que heredó Rivera al pueblo de México.
Atentamente
Inda Sáenz Romero
Pintora y profesora en la Facultad
de Psicología de la UNAM
Respuesta de Blanca González Rosas
Señor director.
El planteamiento del texto al que se refiere la
Mtra. Inda Sáenz no es ambiguo. Por el contrario, describe tres circunstancias
lamentables relacionadas con la exposición de Sarah Lucas en el Museo
Anahuacalli: la pobreza de la obra, el beneficio estético que adquieren las
piezas al encontrarse en ese entorno, y el uso mercadológico-artístico que hace
la Galería Kurimanzutto de los espacios del museo.
Con base en que el Museo Anahuacalli de la Ciudad
de México ha sido beneficiado varias veces con apoyos económicos otorgados por
la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, el uso del museo se convierte
en un tema de interés ciudadano y, por lo mismo, los comentarios de la Mtra.
Sáenz merecen ser escuchados.
Atentamente
Blanca González Rosas
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